14 de marzo de 2016

¿Cómo Reconocer a un Cristiano? - Parte 2: Decisiones

(Este post es el segundo de la serie '¿Cómo Reconocer a un Cristiano?'. Puedes encontrar la primera parte aquí y la tercera parte aquí)  

 Para refrescarles la memoria, en la primera parte de esta serie introdujimos el tema de cómo reconocer a un cristiano en un mundo como el nuestro, donde tantas personas (y tan diferentes) dicen serlo. Comenzamos por hablar de lo que significa creer en Jesús, y cómo esta creencia impacta nuestra mente, pensamientos e ideas. Vimos que, como consecuencia de creer en Cristo, un cristiano también acepta como verdad todo el conjunto de ideas fundamentales que históricamente llamamos Cristianismo. Esto no sólo lo distingue de quienes no son creyentes, sino también de quienes creen en un Dios o en un Jesús distinto.

Otra área que participa de nuestras creencias es la de las emociones y la voluntad. Por eso, para aprender a reconocer a un cristiano, en esta ocasión analizaremos qué características tiene la vida interior de un creyente, es decir, cuáles son las consecuencias que tiene el creer realmente en Cristo en el nivel de nuestro "corazón".

2. Un cristiano ha tomado una decisión de vida


La vez pasada tomamos bastante tiempo para hablar sobre el tema de las ideas y de las creencias. El creer en Jesús como Cristo implica necesariamente aceptar y tener ideas específicas sobre qué es Dios, qué es el hombre, y muchas otras cosas. Sin embargo, el Cristianismo es más que sólo un conjunto de conceptos y verdades. Así como tiene un lado intelectual, también tiene un lado personal.

Lo que sucede con las enseñanzas cristianas es que ellas no están pensadas para que sólo las conozcamos con nuestra mente. A diferencia de lo que serían algunas ideas informativas de la vida diaria como "2+3=5" o "mi nombre es Cristian", existe otra clase de ideas que, si son verdad, nos llevan a reaccionar. Una señal de tránsito que indica peligro en el camino, la noticia de que serás padre o madre y lo que Jesús enseñó pertenecen a esta segunda clase. Estas verdades producen un impacto en nuestra actitud y nuestros sentimientos, y nos llevan a tomar decisiones.

El detective y apologista Jim Wallace describe de una manera muy apropiada estas dos clases de conocimiento. Él habla de la diferencia que existe entre una creencia como conocimiento intelectual (lo que él llama
"creer que") y una creencia como realidad, la cual te lleva a tomar decisiones personales (lo que él llama "creer en"). Wallace escribe:

"Es una cosa 'creer que' tu chaleco antibalas puede detener un disparo, pero he conocido oficiales que han confiado en que sus chalecos detendrían la bala cuando estaban incapacitados para hacer cualquier cosa en su propia defensa. En esos momentos, ellos pasaron de la 'creencia que' su chaleco podría salvarlos a una 'creencia en' su chaleco como protección de su vida". [1]

Jim Wallace es un buen ejemplo de esta diferencia: siendo ateo, investigó los Evangelios para ver si decían la verdad sobre Jesús. Pero aún después de evaluarlos a través de su criterio como detective, y convencerse de que eran testimonios confiables de Jesús, él no se volvió cristiano:


"Siendo un detective rebelde y autosuficiente, seguí negando mi necesidad de un Salvador, aún cuando aceptaba lo que los Evangelios me decían acerca de ese Salvador. Para poder pasar de 'creer que' a 'creer en', necesité moverme desde un examen de Jesús a un examen de Jim" [2]

Como vimos en la parte 1, el creer
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, es indispensable para el Cristianismo, pero eso no es todo. Es necesario creer en Jesús y que esta creencia tenga un impacto real en nuestra vida interior, porque el centro del Cristianismo no es una filosofía de vida ni un conjunto de leyes para obedecer: es una relación personal con Él.

La forma en que Jesús vivió, lo que Él enseñó, Su muerte y Su resurrección hablan directamente a nuestra condición, y nos enseñan que cada uno de nosotros tiene un problema muy grave llamado pecado, un problema del cual no es posible salir simplemente aprendiendo cosas nuevas o pensando de una forma más positiva ¡Ni siquiera las enseñanzas de la Biblia por si solas pueden ayudarnos! El camino hacia la solución comienza cuando dejamos que las verdades de la vida cristiana pasen de nuestra mente a nuestro corazón; cuando nos damos cuenta de que necesitamos reconocer delante de Dios quiénes somos y lo malo que hemos hecho, que necesitamos pedir el perdón que Él nos da (porque no lo podemos conseguir por nuestra propia cuenta) y que confiar con nuestra vida en lo que Jesús hizo por nosotros es la única forma de recibir ese perdón. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de "creer en Cristo". El ser cristiano implica decisiones, no sólo conocimiento. Es posible reconocer a un cristiano porque tiene esta clase de actitud: no sólo cree en las cosas correctas, sino que las cree con su vida. Las cree verdaderamente, y eso lo mueve de creer que Jesús es el Salvador, a creer en Jesús como su Salvador.

Quiero terminar con dos citas, una de la Biblia, otra de un cristiano, que resumen de alguna manera el espíritu de esta segunda parte:


"[Hablando Jesús a los fariseos] Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí!" (Juan 5:39, NTV)

"Si el Cristianismo es verdadero, debe tocar la totalidad de la vida; nunca debe ser reducido meramente a un sistema intelectual... Después de todo, si Dios está ahí afuera, el Cristianismo no es sólo una respuesta a una pregunta intelectual: nos llama a adorarle a Él, a tener una relación con Él, e incidentalmente, a obedecerle" -- Francis Schaeffer




Referencias

[1][2] Believing The Gospels Is Different Than Trusting The Gospel - Jim Wallace 




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